domingo, 18 de septiembre de 2011

Palmira, Táchira

Lo ideal para llegar a este pueblo del Táchira hubiese sido viajar hasta el distribuidor de Cordero, en Las Vegas de Táriba, y desde allí tomar la carretera San Cristóbal - La Fría; sin embargo, supe en Cordero de una carretera rural, muy poco convencional, que me brindaría una alternativa diferente; implicaba la misma ruta del páramo, pero esta vez tomando posición desde Monte Carmelo e internándome por la vertiente sur del páramo El Almorzadero.
Mi error, haber viajado ayer de noche, creo que desaproveché la ocasión de apreciar los excelentes miradores que se tienen desde esta vía a todo lo que es el Valle del Torbes.
Esta carretera, desconozco como se llama, carece de alumbrado público por ser una zona prácticamente despoblada; también acoto que varios tramos están apenas pavimentados con cemento por lo empinada que puede resultar la vía en algunos tramos y evidentemente carece de señalización. Estas refencias las doy porque muy a pesar de estar despoblada gran parte de la zona, hay presencia de ovejas y ganado vacuno que fluye sin ningún control a través del monte y la vía misma. 
En fin, una vez llegué a Palmira, lo primero que noté fue cierto descontrol en la ingesta de bebidas alcohólicas, mucho estruendo en los equipos de sonido y la invasión de espacios viales por parte de los rumberos; eso sin contar con los desmanes que se ven públicamente que en determinados momentos pecan de grotescos y bochornosos. Al principio, esto me pareció una alteración del orden público que ni siquiera la había presenciado en ciudades más grandes; luego, me di cuenta que este tipo de festividades son permitidas por las autoridades judiciales y que son muchas las personas que vienen incluso de pueblos distantes, a participar en esta suerte de bacanales.
Al otro día, todo estaba como si nada hubiera pasado. No les voy a negar, pasé una mala noche a consecuencia del ruido de los equipos de sonido porque la posada donde me hospedé queda relativamente cerca a la plaza de Bolívar. La limpieza de todo el desastre de anoche corrió por cuenta de los mismos vecinos de la plaza; este comportamiento me llevó a preguntarme si esto es una muestra de civismo o por el contrario, de alcahuetería, porque si mal no recuerdo, en varias ocasiones, en mi trabajo dentro del Diario La Nación, llegué a leer sobre denuncias por los abusos que se cometen en esta localidad.
Pese a este tipo de conductas, las galas dominicales empiezan bien temprano en Palmira. Destaco que este pueblo cuenta con un significativo número de comunidades religiosas y colegios de la Avec, es por ello que las demostraciones de fe cristiana son tan importantes allí.
Luego de la misa dominical, me dirigí a la sede del Seminario de Palmira, infraestructura que en múltiples oportunidades vi desde lo lejos desde San Cristóbal, incluso desde varios sectores de Táriba, pero que nunca había tenido la oportunidad de apreciar. Sus instalaciones son sobrecogedoras, la montaña en la que se ubica este seminario en dominada por la soledad y el ruido del aire en un tupido bosque de pinos. El lugar es idóneo para la meditación y la comunión cristiana que se exige para ser sacerdote.
Otra institución de educación católica de importancia es el colegio Padre Frías, emblema de la educación palmirense para aquellos que no tuvieron la oportunidad de cursar sus estudios en el seminario Santo Tomás de Aquino.
En Palmira, y no sé cómo lo hacen, hay un significativo número de viveros que se mantienen la mayor parte del año floridos, y me causa curiosidad porque el municipio Guásimos, del que Palmira es capital, no destaca por la floricultura precisamente. Una visita a estos viveros bien vale la pena si se quiere contar con especies exóticas y llamativas para la ornamentación de los hogares.
Destaca, como ayer lo decía, la cestería, en eso sí puedo decir que Palmira lleva una delantera impresionante con respecto a los demás pueblos y ciudades del Táchira. En toda la zona de El Abejal se encuentran ventas de todo tipo de productos artesanales que van desde la consabida cestería hasta hamacas, camas y piezas de herrería.
Más hacia el norte, aún dentro del municipio Guásimos, más precisamente a las afueras de Palmira, está el pueblo de Toituna; recuerdo que cuando estaba en el liceo observaba los letreros de la Línea de Palmira y siempre me había intrigado conocer este lugar. Apenas ahora es que se me da la oportunidad...
Como en todo pueblo pequeño, Toituna cuenta con todo lo referente a comercio en las inmediaciones de una pequeña plaza que se erige en honor al Libertador. Frente a esa misma plaza está la iglesia local, muy visitada por los turistas en las fiestas patronales de Palmira; sin embargo hoy, no sé si por el mismo cambio de clima (de repente empezó a hacer frío) estaba vacía.
A mi regreso a Palmira, noté que los desmanes solo se presentan las noches del viernes y sábado, eso porque la posadera me comentó y porque era evidente que hoy no había ruido por ningún lado.
Desde allí, ya avanzadas las 10 PM, viajé a la cercana ciudad de Táriba, desde donde hoy me encuentro redactando estas líneas. Bien conozco esta ciudad y trataré de describirla lo mejor posible, porque sitios emblemáticos, solo tiene uno...

 Iglesia de Palmira a primeras horas del día
 Vista del Seminario Santo Tomás de Aquino desde la carretera
 Seminario Santo Tomás de Aquino
 Sede del Colegio Padre Frías de Palmira
 Vivero del sector Patiecitos
 Homenaje a los artesanos en El Abejal
 Casas típicas y una mala foto de Toituna
 Iglesia de Toituna
 Interior de la iglesia de Toituna
 Plaza Bolívar de Toituna
 Escena cotidiana de un domingo cualquiera en Toituna
 Vista de Palmira en un frío atardecer toitunés
 Los últimos rayos del sol calentando Palmira, esto es a la altura de la salida de Copa de Oro
Vista de San Cristóbal desde la carretera, sector Copa de Oro