jueves, 28 de julio de 2011

Borotá, Táchira

Hasta antier pude tener acceso nuevamente a Internet. Desde el domingo, pese a mis anteriores deseos de no regresar a San Cristóbal, me encuentro en la capital del estado resolviendo algunas diligencias personales que me han limitado bastante el tiempo y urgen en prioridad.
La carretera entre Capacho Viejo y Borotá fue para mi un camino de descubrimientos; desconocía de la existencia de dicha carretera y mucho menos tenía idea del número de aldeas que componen el municipio Lobatera. A decir verdad, me parece bastante curioso que aquí se cataloguen de aldeas a la comunión de una decena de casas alrededor de una capilla; sin embargo, en cuanto a división político-administrativa no soy autoridad para juzgar.
El derrotero de la carretera va determinado por el sector Pozo Azul y su trayecto se delimita por la quebrada La Capacha. Es un terreno agreste, de poca vegetación y mucho menos población. Son pocos los vehículos que transitan por el lugar y no se juzga, las condiciones de la vía a veces son difíciles y es preferible salir por la ruta San Cristóbal - Copa de Oro - Lobatera.
Pozo Azul y gran parte de las aldeas como El Oso, Las Cumbres y El Oro, dependen de la minería. En estos lugares la explotación del carbón lleva el sustento a muchas familias de escasos recursos; lo malo es que una actividad tan arraigada en la población desde tiempos ancestrales, está siendo restringida por la dirigencia política del Táchira por cuestiones ambientales y claro, es muy razonable, los daños en el ecosistema del lugar son muy palpables, pero un veto no es una solución ya que con ello se da margen a la ilegalidad.
Aspectos resaltables, la iglesia de Las Cumbres, a mi criterio es bastante difícil encontrar una iglesia en un lugar tan aislado del Táchira y aún así la fe cristiana llega a estos lugares.
Lejos, bien lejos de todo aparece La Llanada, destino preferencial entre los transeuntes por el paso andino. Resalto que La Llanada ya aparece en el trayecto entre San Cristóbal y Borotá y es un punto de comunión de varios destinos del municipio. La Llanada destaca por su gastronomía; quien transite por aquí inevitablemente se detiene a consumir las morcillas y pasteles.
Luego de La Llanada aparece el punto más alto de la carretera, se trata de la aldea Palo Grande; la mayor referencia que tengo del lugar es que la misma se desarrolló a expensas de una tienda a orillas de la carretera que sirvió y sirve aún como punto de abastecimiento de los viajeros.
La entrada a Borotá está delimitada por el Trompo de Borotá, homenaje que se le hace al pueblo en recuerdo a la tradicional Vuelta en Trompo que tiene su origen aquí y que forma parte de las ferias de la localidad, conjungando en ella a multitudes de los distintos rincones del Táchira.
La plaza Bolívar es divisible desde casi cualquier punto del pueblo; de por sí Borotá es bastante pequeña y por ello se hace difícil hablar de detalles.
La iglesia de Santa Rosalía de Palermo constituye un monumento arquitectónico de altísimo valor dada la riqueza con que fue decorada. Su frontis y su altar mayor cuentan con detalles muy finos que dan testimonio del gran fervor religioso de sus habitantes, quienes me aseguraron que el día de la patrona de la localidad se hacen procesiones a lo largo de todo el municipio.
Económicamente el pueblo depende de dos factores preponderantes: la minería y el turism. Como dije anteriormente, Borotá se encuentra rodeada de aldeas que subsisten de la extracción ilegal del carbón mineral y antes de que lo olvide, también en sus inmediaciones existe una fábrica de cementos, siendo la mano de obra local la que da vida a tan importante empresa tachirense.
Turísticamente, aparte de la Vuelta en Trompo, que pudiera decirse que es un evento ocasional, Borotá también cuenta con el parque Tío Conejo, el cual pese al abandono oficial sigue siendo un punto de interés colectivo para los visitantes.
Como dato curioso anexo que existe una plaza de La Aviación la cual consta de dos bustos de los miembros de la tripulación del avión que allí se encuentra y que son recuerdo del un trágico accidente de aviación que tuvo lugar hace más de 50 años siendo uno de los primeros accidentes de este tipo acaecidos en el país. El piloto era de Borotá, es por ello que más allá de la trágica historia que pudiera representarse, la plaza constituye un homenaje a los pioneros de la aviación comercial en el país.
Mi ausencia de hace cinco días se debió a un fuerte resfriado del que apenas estoy saliendo; agradezco la atención brindada por mi excompañera de estudios Lilibeth Silva y familia, por suplirme todo cuanto necesité durante mi periodo de inactividad. A ella le dedico estas líneas, mil gracias...

 Tramo de la carretera Capacho - Lobatera
 Puente del sector Pozo Azul
 Montañas de Pozo Azul y abajo el valle de La Capacha
 Iglesia del caserío Las Cumbres
 Iglesia de la aldea La Llanada
 Detalle de la Virgen de La Llanada
 Tienda de abarrotes de la aldea Palo Grande
 Casa de la carretera hacia Borotá
 Bifurcación vial de Borotá, aquí se marca la entrada y la salida del pueblo
 El Trompo
 Iglesia de Santa Rosalía de Palermo, patrona del pueblo
 Detalle del frontis de la iglesia de Borotá
 Santa Rosalía de Palermo
 Interior de la iglesia de Borotá
 Estatua del padre de la patria, Simón Bolívar
 Plaza Bolívar de Borotá
 Bolívar y la iglesia de Borotá en un mismo plano
 Otra vista de la iglesia
 Cruz de la Misión ubicada en la parte alta del pueblo
 Plaza de la Aviación
 Vista posterior de la plaza de la Aviación
 Capilla de la aldea El Oro
Borotá desde El Oro

viernes, 22 de julio de 2011

Capacho - Libertad, Táchira

Otro día que comenzó con una suave lluvia y con un frío que rozaba los 10°C a las seis de la mañana, extrañaba despertar con el canto de los gallos y para mi fue bastante curioso porque recordé tiempos de mi infancia.
Salí de Peribeca a Capacho - Libertad o Capacho Viejo, una distancia bastante corta, y me dediqué a observar el quehacer diario de las personas de estas tierras y a envidiar su tranquilidad y ritmo de vida al compararlos con lo que se vive en la ciudad.
De repente me dirán que no sé lo que digo, pero en mi caso prefiero la dura vida del campo y la rutina sencilla y modesta de los capachenses o de la gente de cualquier pueblo, a la azarosa vida de la ciudad, llena de clichés y falsas modestias donde se justifican los caprichos por encima de las necesidades; en fin, cada quien vive su vida como quiere y a mi me gusta la vida de aquí.
Tuve que atravesar Capacho Nuevo para llegar a Capacho Viejo, denominado así porque este sí se levanta sobre las ruinas del terremoto de Villa del Rosario a finales del siglo XIX. 
Son muy pocas, por no decir nada, las cosas que se conservan del pueblo original. Nuevamente nos recibe el General Cipriano Castro al marcar la división entre los dos municipios. Cada vez que se ve la imagen del héroe de la gesta restauradora se siente la imponencia del caracter de los capachenses y su determinación para conquistar las metas por encima de cualquier eventualidad.
Lo primero que se observa de Capacho Viejo es la iglesia, muy bien ornamentada tanto interna como externamente. Sus colores son muy llamativos y recuerdan fielmente la modestia de los hombres ante la fe cristiana. Es muy sencilla dado que carece de figuras que la resalten, en contraparte cuenta con una plaza Bolívar pulcra y siempre verde, repleta de vida comercial minorista y consecuentemente de gente cordial y presta a atender cualquier necesidad del visitante.
Al igual que en San Cristóbal son emblema las águilas del desaparecido Hospital Vargas, aquí existe también un águila que engalana el Homenaje a Capacho, un monumento sencillo dedicado a la tenacidad de sus habitantes al momento de superar las vicisitudes de las tragedias. 
Capacho cuenta también con un Paseo de los Próceres, solo que este empalme vial es más visitado que el de San Antonio del Táchira; en sí no es más que los bustos de varios héroes de la Independencia y más rezagados aparecen los de algunos ilustres nativos de estas tierras. 
Siempre me causó curiosidad conocer el Cerro del Cristo Redentor y hoy tuve la oportunidad de conocerlo. Ya me lo habían referenciado como el lugar de preferencia de los capachenses durante los fines de semana y por la reconocidísima etapa de la Vuelta al Táchira y nunca tuve la oportunidad de conocer a ciencia cierta cual era su atractivo y bueno, por fin lo descubrí... El Cerro del Cristo Redentor cuenta con espacios perfectamente delimitados donde se hacen hervidos y parrillas y el disfrute familiar no es completo sin un pequeño parque recreativo, al momento de tomar las fotografías repleto de gente.
El monumento del Cristo Redentor es un suerte de atalaya desde la que se pueden visualizar varios lugares de la geografía tachirense con facilidad, el mismo Cristo es emblemático y para mi una imagen poderosísima que eleva el espíritu fácilmente.
Aquí existe una carretera sin culminar su asfaltado y que desde lo alto del cerro la divisé y la curiosidad me motivó a seguirla, se trata del acceso a la localidad de Lomas Bajas, aldea artesanal dedicada de lleno a los productos de barro y loza. 
Lomas Bajas no tiene mucho de llamativo salvo sus productos, pero los parajes que se ven en la corta carretera si que son llamativos. Existe una pequeña quebrada de aguas muy cristalinas que invitan a descansar del camino. A mi parecer, la gente de Lomas Bajas gusta de la soledad y del silencio de las montañas dado que las casas se encuentran a grandes distancias unas de otras y en sus alrededores solo el sonido del aire se da a conocer. Antes de que se me olvide, Lomas Bajas tiene a su favor la casa natal del General Castro, cerrada al momento de mi llegada.
Acabo de llegar al pueblo de Borota, lo conozco porque en algún momento eestuve aquí; sin embargo, mañana tendré la oportunidad de recorrerlo y referenciarlo como debe ser. Aquí dejo las imágenes que me parecieron más representativas de Capacho - Libertad.

 Estatua de Cipriano Castro en la avenida perimetral de los dos Capachos
 Iglesia y plaza Bolívar de Capacho Viejo pasadas por la lluvia matinal
 Y salió el Sol
 Interior de la iglesia de San Emigdio, patrono de Capacho Viejo
 Plaza Bolívar del municipio Libertad
 Iglesia de San Emigdio y el portal del Homenaje a Capacho
 Transporte público para la capital del estado
 Vista posterior del Paseo de Los Próceres
 Paseo de Los Próceres
 Carretera hacia el Cerro El Cristo
 Cristo Redentor
 Monumento al Cristo Redentor
 Vista de San Cristóbal desde lo alto del cerro El Cristo
 Quebrada La Chivata en la carretera hacia Lomas Bajas
 Una de las tantas casas de la montaña
 Artesanías de Lomas Bajas
Exterior de la Casa Natal de Cipriano Castro

jueves, 21 de julio de 2011

Peribeca, Táchira

El frío y la lluvia regresaron en la madrugada de hoy en la capital del estado y me agarraron en plena vía hacia Peribeca, precisamente atravesando la localidad de Zorca. 
Quise hacer un apartado en Peribeca porque esta localidad es, si no estoy equivocado, el pueblo típico más cercano a San Cristóbal, ubicado más o menos a unos diez kilómetros y que, a pesar de que es difícil decirlo pero toda crítica aquí es constructiva, cuenta con unas vías de acceso súperdestrudidas; de por si el mero hecho de atravesar Zorca ya es problemático, imagínense otros cinco kilómetros con una vialidad en las mismas condiciones de la salida de la ciudad.
Peribeca cuenta con la mayor parte de sus calles empedradas y turísticamente se ha convertido en un polo donde cada rincón y espacio de la localidad atesora un atractivo que hacen del pueblo un lugar inolvidable.
La llegada a Peribeca significó también para mi un cambio de tiempo y con el transcurso de las horas a lo largo de la mañana fue aumentando la temperatura haciendo que la niebla se disgregara y de este modo pudiera apreciar la eterna primavera que adorna las calles de la localidad. Todas las casas en Peribeca cuentan con jardines o en su defecto sus exteriores o sus balcones están repletos de flores y plantas de infinidad de variedades y colores. Caminar por sus calles es un transito por el pasado donde la tranquilidad de los tiempos de antaño se hace envidiable.
Con el paso de las horas son más y más los turistas que hacen su arribo a la localidad y con ello la vida del sector se dinamiza. Propios y extraños admiran Peribeca no solo por su folklorismo, también lo hacen por sus artesanías que son muy apreciadas y para que negarlo si gran parte de sus habitantes son diestros artesanos en la ebanistería, pues son muchísimas las piezas religiosas que se consiguen en la localidad y con un detalle propio únicamente de la experiencia en estas artes. Destacables también son las estatuillas de barro que cada día son más apreciadas para la decoración de posadas y hoteles típicos en otras localidades del país, y sin dejar de lado su gastronomía y sus licores, en fin, todo ello nos hace recordar que las costumbres andinas aquí son de las más arraigadas que se pueden conocer.
La gente del pueblo es excesivamente cordial, ello en gran medida por la costumbre de recibir a tantos visitantes durante todo el año. Resalto también que Peribeca cuenta con las mejores posadas de las inmediaciones de San Cristóbal, con una atención de excelencia y con todos los servicios.
Más allá de lo pictórica que pueda resultar la visita a Peribeca, creo que el mayor atractivo es la iglesia, pequeña eso sí, pero la laboriosidad que ameritó un trabajo hecho en piedra en su frontis y con una decoración interior donde lo predominante es la mano de obra local, es notorio que se potencia el valor de la iglesia. 
Para el que no conoce, la historia de Peribeca está muy ligada con la de los Capachos y es precisamente por ello que también aquí se ha visto un alto crecimiento demográfico donde todos los habitantes dependen de un rubro único, el turismo, y a ello se debe el esmero de ofrecer servicios más llamativos, con personal especializado y consecuentemente generando empleo.
Como nota personal, después de unos tragos de más, dejo constancia que regresaré a San Cristóbal únicamente cuando termine el recorrido por mi estado natal; bueno, si Dios quiere y el buen tiempo me sigue acompañándo para que no se anticipe mi regreso.

Vista de Peribeca desde la carretera
 Casa típica a la entrada a la localidad
 Laguna a orillas de la carretera
 Capilla cercana a El Topón
 En las calles de Peribeca
 Arquitectura del pueblo
 Iglesia de Peribeca
 El Libertador
 Detalle de El Portal
 Dulcería de las damas añtañonas, reflejo de la idiosincracia local
 Notable el colorido de sus casas
 Muestras de la artesanía
 Y aquí, las distintas variables del aguardiente
 Iglesia de Peribeca
 Detalle del Ángel de Peribeca
 Interior de la iglesia
 Monumento a la Virgen del Carmen
 Al final de la tarde el pueblo vuelve a la normalidad
 Plaza Bolívar e iglesia de Peribeca
 Muestras del ingenio local
 El Portal de noche