miércoles, 31 de agosto de 2011

La Grita, Táchira

Apenas pude dormir anoche. Analizando situaciones vividas por mi a lo largo de estos días me di cuenta que el mayor enemigo de uno no es la ignorancia o el desconocimiento de las situaciones sino suponer que podría pasar... ¿Por qué siempre se tiene que ser tan fatalista?
Buena parte de la noche y de la madrugada estuvo acompañada por la lluvia, situación similar a la que está pasando a estas horas en La Grita; sin embargo, en Pueblo Hondo el frío de la noche es tal que ni suéter y cobija sirven; hubo que utilizar la alternativa de los viejos, beber calentao, licor fuerte aromatizado con frutas y panela que se sirve caliente. 
Ante la ausencia de sueño me dediqué a leer algunas noticias del Mundo y al aburrirme aproveché a conversar con los excursionistas de la Unet y una vez conocí la jornada de ellos me di cuenta que era más difícil de lo que estaba haciendo yo, con la diferencia que ellos lo hacen por hobbie y yo debo recorrer la geografía tachirense por trabajo. Ellos viene a pie desde San Cristóbal y se dirigen al Pico Bolívar, en Mérida, al que piensan llegar sin utilizar otro medio de transporte que su ritmo diario de caminata. 
Cuando finalmente el alcohol surtió su efecto me retiré a descansar y a analizar situaciones de la familia mía.
Sin secuelas de la bebida viajé hacia el sur con destino a esta ciudad, La Grita. Para llegar aquí desde Pueblo Hondo se deben cruzar tres aldeas, la primera de ellas es La Pradera, conformada por un número indeterminado de casas que se encuentran diseminadas anárquicamente y en predioss de muy difícil acceso y en condiciones donde se nota a simple vista la dificultad de sus pobladores para producir las tierras ya que los estragos del invierno si causaron efectos devastadores aquí. 
Más adelante en el camino y evidentemente más visitada por el número de posadas que existen está la aldea Venegara la cual explota muy convenientemente su estratégica ubicación entre La Grita y las cumbres del Táchira, destino de muchos excursionistas que desafían la indómita naturaleza del Pico El Púlpito. Consecuentemente los conucos de Venegara son la fuente de aprovisionamiento de muchísimas personas que no teniendo muchas opciones recurren a comprar aquí todo lo necesario para sus travesías. 
Luego aparece Sabana Grande, entidad que yo la clasificaría más bien como un pueblo porque su organización y la expansiva actividad industrial de La Grita la están absorbiendo.
Al igual que en La Grita, en este pueblo la fe católica tiene mucha influencia en las personas, conclusión a la que llegué luego de observar la gran cantidad de capillas e iglesias que existen en caserios que la circundan. Y hablando de templos religiosos, la iglesia matriz de Sabana Grande, ubicada a un costado de la estatua del Libertador, presenta un diseño propio de la época colonial y de no ser por el desconocimiento que tengo del lugar, me atrevería a decir que evidentemente tiene al menos dos siglos de edificada. 
A eso de las 11 de la mañana llegué a La Grita, segunda ciudad más grande del estado que cuenta con todos los recursos y servicios de la capital, San Cristóbal, e incluso es una de las pocas capitales municipales que tiene en su haber un Hospital de primera categoría disponible para atender no solo emergercias sino casos de hospitalización.
La economía de esta ciudad es diversa, además de contar con una actividad comercial en crecimiento, la industria manufacturera y las unidades de tratamiento y preparación de alimentos como la Frito Lay, continúan en fase de ampliación y con ellos ofrecen múltiples fuentes de empleo a los gritenses.
Atractivos turísticos los tiene, siendo como dije anteriormente, la actividad religiosa la que predomina sobre las demás. Y es que la fe en estas tierras tiene especial acogida por la tranquilidad de sus habitantes, concentrado únicamente en el trabajo. La manifestaciones cristianas en La Grita atraen cada día más y más multitudes no solo de Venezuela sino de América entera. 
El Santo Cristo de La Grita y la basílica menor que lo alberga este año han recibido cerca de los dos millones y medio de creyentes. No se puede pasar por alto además, la existencia de un proyecto de construcción del santuario para el patrono del Táchira que, hasta donde se, será ejecutado por el Ministerio del Relaciones Exteriores, llevándose incluso la actividad de fundación en días pasados. De concretarse sería un aliciente para una basílica que cada día es más pequeña para los peregrinos, faltará ver si se culmina lo que se tiene proyectado.
Paseando por la ciudad me di cuenta que existen otras iglesias que pasan desapercibidas porque la novedad para quienes llegan a La Grita es el Santo Cristo. Una de estas iglesias es la de La Meseta, de la que realmente fue muy poco lo que pude conocer; la otra es la Iglesia de Los Ángeles, un descubrimiento muy grato para mi porque pude derribar el cliché que tenía en mi mente de que a La Grita solo la hacía el Santo Cristo. La iglesia de Los Ángeles desde el principio es imponente, tiene una fachada pulcra y blanca con par de torres que semejan a las iglesias de Europa Central. Su interior está siempre pleno de flores y muy rico en detalles para su decoración y se que su conservación pasa por las donaciones de muchos agricultores que acuden a diario aquí para que la Virgen interceda en sus peticiones. 
La Grita es una ciudad llena de leyendas e historias que fácilmente calan en la psique de los turistas, tan solo basta con ubicarse en una banca de la plaza Bolívar y atender a las conversaciones para darse cuenta que los gritenses aún creen en aparecidos y espantos y es algo natural porque aquí, en tiempos de la Conquista, se cometieron innumerables atrocidades contra la población indígena. Estas tradiciones se han mantenido en el tiempo en testimonios escritos que se guardan celosamente en la basílica menor y algunos de ellos han pasado a ser testimonios orales de generación a generación.
Fama especial tienen las instituciones educativas de la ciudad ya que por las aulas del liceo militar Jáuregui y del Santa Rosa de Lima múltiples personalidades de la vida nacional han dado sus primeros pasos.
Así, en medio de recuerdos e historias, a la sombra de un árbol inmenso de la plaza Bolívar, me dispuse a escuchar una comparsa que tocaba en la plaza mientras me bebia un café y redactaba mis apreciaciones sobre la actividad económica de La Grita y organizaba mis ideas para comenzar a escribir estas líneas. Solo la lluvia opacó un poco el momento, no lo suficiente para concluir que la ciudad está muy cambiada a como la recordaba... Está mejor.

 Aldea Venegara
 Iglesia de la aldea Sabana Grande
 Estatua del Libertador en Sabana Grande
 Altar de la iglesia
 Iglesia de Sabana Grande
 Basílica menor de La Grita
Altar de la Basílica menor
El Santo Cristo de La Grita, Patrono del Táchira
 Pesebre de pan, imagen inusual que quise resaltar
 Calles de La Grita
 Casa de Bolívar; en esta edificación se hospedó el Libertador
 Preparando las instalaciones del Colegio Santa Rosa
 Capilla de Nuestra Señora de Fátima
 Instalaciones del Liceo Militar Jáuregui
 Otra vista del Jáuregui
 Iglesia de La Meseta
 Casa de la Cultura del municipio Jáuregui
 Hospital Central de La Grita
 Alcaldía del municipio Jáuregui
 Iglesia de Los Ángeles
 Interior de la iglesia de Los Ángeles
Los Ángeles en su amplitud
Otra vista de la iglesia de Los Ángeles
Vírgen de Los Ángeles
 Heladería Mundo Helado
 Estadio de Béisbol de La Grita, le falta mucho mantenimiento
Iglesia de Los Mormones
Vagón del otrora Gran ferrocarril del Táchira
Plaza Jáuregui al atardecer, al fondo la iglesia de Los Ángeles
Anochece en La Grita
 Plaza Bolívar y basílica menor de La Grita, casa del patrono del Táchira