Un pueblo realmente lejano de todo y tal vez por ello cautivador es Villa Páez, más que un pueblo es una aldea agrícola de importancia para la economía del estado.
Villa Páez se ubica en los confines del municipio Urdaneta y es difícilmente accesible si no se conoce la zona; sin embargo, a pesar de que la vía es de tierra en su mayor parte y que es muy poco el flujo vehicular entre Delicias y la aldea, el recorrido es sencillamente abrumador.
A lado y lado de la carretera son usuales los campos plenos de hortalizas en variedad y al fondo, bien lejos a la distancia, el cerro El Cobre engalana la panorámica de una tierra viva.
Cuando finalmente se divisa Villa Páez en la distancia, es la iglesia la que hace su anuncio en medio de la bruma constante.
La aldea cuenta con calles empedradas y a pesar de ser poco conocida, es un rincón que podría explotarse turísticamente. Sus habitantes son personas muy sencillas dedicadas de lleno al trabajo agrario y al comercio con la localidad de Herrán en el Norte de Santander. Aquí la frontera no es más que una línea imaginaria y se pasa de país a país por medio de un pequeño puente de menos de 10 metros.
Aunque el sol brilla, aquí es constante el frío por la cercanía de las montañas y de las quebradas cristalinas que bordean el lugar.
Aún más allá de la Villa Páez está Betania, otra aldea mucho menor que la anterior de la que sólo es apreciable su iglesia, que de verdad, a mi parecer, no parece hecha para una aldea.
Al caer la tarde llegué a San Antonio para mañana hacer un recorrido por esta ciudad. Mañana será otro día...
Villa Páez se ubica en los confines del municipio Urdaneta y es difícilmente accesible si no se conoce la zona; sin embargo, a pesar de que la vía es de tierra en su mayor parte y que es muy poco el flujo vehicular entre Delicias y la aldea, el recorrido es sencillamente abrumador.
A lado y lado de la carretera son usuales los campos plenos de hortalizas en variedad y al fondo, bien lejos a la distancia, el cerro El Cobre engalana la panorámica de una tierra viva.
Cuando finalmente se divisa Villa Páez en la distancia, es la iglesia la que hace su anuncio en medio de la bruma constante.
La aldea cuenta con calles empedradas y a pesar de ser poco conocida, es un rincón que podría explotarse turísticamente. Sus habitantes son personas muy sencillas dedicadas de lleno al trabajo agrario y al comercio con la localidad de Herrán en el Norte de Santander. Aquí la frontera no es más que una línea imaginaria y se pasa de país a país por medio de un pequeño puente de menos de 10 metros.
Aunque el sol brilla, aquí es constante el frío por la cercanía de las montañas y de las quebradas cristalinas que bordean el lugar.
Aún más allá de la Villa Páez está Betania, otra aldea mucho menor que la anterior de la que sólo es apreciable su iglesia, que de verdad, a mi parecer, no parece hecha para una aldea.
Al caer la tarde llegué a San Antonio para mañana hacer un recorrido por esta ciudad. Mañana será otro día...
Paisaje del municipio Urdaneta
Villa Páez a la distancia de la carretera
Entrada a la aldea más distante del Táchira
Así como se ve, así tal es la tranquilidad del pueblo, al fondo la iglesia de Villa Páez
A mediodía
Iglesia de betania, sencillamente espectacular