lunes, 7 de junio de 2010

San José del Sur, Mérida

San José forma parte de lo que en Mérida se conoce como "los Pueblos del Sur" y de acuerdo a lo observado hasta ahora, es uno de los que mejor ha logrado conservar su arquitectura típica, de blancas casas con anchos muros y perfectos aleros. San José se encuentra a 2334 metros de altitud, se asienta en una pequeña ladera regada por una quebrada muy cristalina del mismo nombre. El clima es frío y seco. En las tardes la neblina que baja desde los paramos cercanos, envuelve al pueblo en su blanco y misterioso manto, dando una sensación inefable de paz, recogimiento y profunda contemplación.
La llegada a San José se realizó desplazándonos desde la ciudad de Ejido, es una carretera asfaltada que cruza por Mucutuy atravesando el Páramo de San José; sin duda que es una ruta turística de gran belleza por sus paisajes, con alturas que pasan de los cuatro mil metros. El trayecto toma un tiempo de aproximadamente 1 hora y media. Allí se puede apreciar la vegetación tan especial de estos lugares con gramíneas y frailejones que cubren una de las formaciones geológicas más antiguas de Los Andes.
Después de pasar este páramo que divide los municipios Campo Elías y Arzobispo Chacón, se comienza a descender por el otro lado de la sierra hacia la quebrada Tostós en donde se puede palpar la majestuosidad de la sierra Nevada y el valle profundo del río Nuestra Señora. En las verdes laderas se ven algunas casas dispersas, de campesinos que trabajan la tierra con tesón y esfuerzo. Continuamos descendiendo por una calzada muy estrecha que se retuerce, siguiendo los pliegues de la montaña. Al final se divisa a San José con su semblante cálido y acogedor en las horas de la mañana, recogido en la intimidad silenciosa de su pequeño valle.
Las casas blancas muy bien acicaladas y hermosos tejados rojos le dan al poblado un aire encantador. Los cerros que lo rodean están bastante desgastados por el cultivo intenso del trigo en las laderas desde épocas ancestrales. Gracias a la incorporación de algunos sistemas de riego, podemos ver algunos cultivos muy verdes en terrazas escalonadas, al lado del ocre terroso de las tierras abandonadas.
El pueblo tiene una incipiente población que no llega a los 150 habitantes. Por sus dos calles tranquilas que conducen a la pequeña plaza, el viento susurra entre los bien podados pinos. Su iglesia es sencilla y de sólida planta rectangular y contrasta por su blancura con el verdor de los campos que la circundan. En sus alrededores se cultiva el trigo, papas, leguminosas y hortalizas usando los métodos tradicionales del arado de bueyes. Son cantidades modestas pero suficientes para abastecer a los habitantes de la localidad. Existe también una pequeña granja de truchicultura en el pueblo.
El pueblo posee dos posadas. La que se halla situada a la entrada tiene un ambiente muy acogedor con corredores y altillo de madera. Eso sí, aquí no se puede esperar ningún lujo, pero a pesar del entorno rural, este lugar solo tiene el calificativo de genial.
A pesar de lo rudimentaria de la carretera, por estas carreteras pueden circular vehículos de cualquier tipo y es la más usada por los turistas.
Los orígenes del pueblo se remontan a la etapa precolombina cuando era un pueblo de indios. Su fundación data de 1883 y nace como una aldea de Acequias. En San José se veneran varios Santos como San José (El Patrono), San Benito, San Isidro, La Virgen del Perpetuo Socorro y la Virgen de Coromoto.

Una de las calles del pueblo
Detalle de la segunda calle del pueblo
Iglesia de San Isidro
San Isidro Labrador, imagen en el interior de la iglesia
Detalle de las cumbres andinas y de las siembras del pueblo
Capilla de la aldea Mucutuy, la única que tiene cementerio
La última morada en los páramos merideños
Detalle de la posada Mochabá, sitio de inspiración de estas líneas