miércoles, 2 de junio de 2010

Lagunillas y San Juan de Lagunillas

De visita en estas dos localidades hermanas, es imposible hacer referencia específica a cada una de ellas debido a la multiplicidad de lazos que hacen de ellas prácticamente una misma.
Lagunillas está más o menos a 30 Kilómetros de Mérida y es uno de los lugares que guarda muchísimas raíces indígenas de los Andes Venezolanos.
Desde Mérida, remontamos una cuesta muy empinada para llegar a una meseta bastante plana, aproximadamente a 29 Kilómetros de Mérida. De aquí se puede observar, a mano izquierda, un mercado de artesanías dominado por la escultura de un Mohan gigante. Esta es una estatua monumental hecha solo con barro rojizo, del color de la tierra de esta zona. El mercado de al que nos referimos anteriormente consta de tiendas repletas de tinajas, múcuras de barro y objetos curiosos regados por el piso y que rápidamente llaman la atención del visitante.
Siguiendo dirección Este, entre cañaverales, se divisa la torre de la chimenea de algún trapiche que lanza su columna de humo por encima del horizonte azul en donde se dibujan los picos de la Sierra Nevada. Situada a 1070 m. de altura sobre el nivel del mar, como consta en el letrero de entrada al pueblo, Lagunillas se extiende a los largo de la montaña que culmina en el Páramo El Molino.
Si se sigue la vía principal, mejor conocidad como Las Palmas, al final de la misma nos encontramos con Pueblo Viejo, la parte más antigua de Lagunillas. Aquí todas las casas son de ladrillo quemado y otras de adobe de color rojizo, con muros toscamente frisados. En contravía a esta avenida, está el centro del poblado. Seguimos hasta llegar a la Plaza Bolívar y a la izquierda se encuentra el templo de Santiago Apostol. Es una iglesia de dos torres blancas truncadas. Su fachada parte inferior arcos que imitan columnas, frisos y cornisas. En la parte superior destaca un rosetón y sobre éste la imagen de Santiago Apóstol, patrono de Lagunillas.
Lagunillas es un pueblo andino bastante especial, pues a pesar de estar circundado por altas montañas, su idiosincrasia es de tierra caliente. Un contraste que se manifiesta en muchas formas, por ejemplo en la arquitectura. En general el clima templado impone un estilo de vida más abierto, flexible e informal a sus habitantes, que se manifiesta en el uso del espacio físico, las costumbres y relaciones humanas, las cuales difieren con las costumbres mucho más formales, austeras y tradicionales de los pueblos de la montaña alta. Se observa una marcada preferencia por los espacios abiertos e iluminados. Las calles son anchas y las casas, con sus puertas y ventanas casi siempre abiertas, denotan una actividad comercial y un ajetreo muy típico de los poblados calientes.
Cerca de la Plaza Bolívar se pueden ver algunas viviendas muy hermosas con altillo y balcones. El plano de la ciudad es del tipo de cuadrícula española, con calles que se cortan perpendicularmente formando manzanas casi cuadradas. La calle principal de entrada al pueblo, o Avenida Las Palmas, termina una cuadra arriba de la Plaza Bolívar y, desde este punto, se debe torcer a mano izquierda para poder continuar el recorrido, siguiendo por la calle que viene de San Juan y que baja serpenteando hasta la entrada del Parque Yohama. Allí hay una pequeña encrucijada lo cual es aprovechado por los vendedores ambulantes de frutas y pasteles, quienes instalan sus tenderetes a la orilla de la calle.
El Parque Yohama es un lugar que se debe visitar. Cuenta con áreas verdes para el esparcimiento, sombreada de árboles de copas muy frondosas como los samanes, dividives e higuerones. Posee un amplio estacionamiento, kioskos para hacer parrillas, cancha de bolas y parque infantil.
Al lado del parque vemos las aguas siempre apacibles de la famosa Laguna de Urao, rodeada de verdes juncos. Ha sido declarada monumento natural del Estado Mérida. En las tardes llegan los azulitos a bañarse en sus aguas: son unos patos de plumaje azul intenso que bajan desde el Páramo El Molino.
Urao es una laguna de origen tectónico que se alimenta de una quebrada subterránea y ha sido considerada un lugar sagrado por los pobladores de Lagunillas desde tiempos inmemoriales, y en torno a la misma se han tejido las leyendas más fantásticas y hermosas de la mitología indígena.
Alrededor de la Laguna de Urao existe una especie de malecón de madera que penetra dentro de la laguna y que, como me habían dicho que la laguna era de agua salada, me sirvió para comprobar que era mentira.
Para conocer mejor la historia de Lagunillas, uno debe dirigirse al Museo Julio César Salas. Es un edificio moderno, de tres pisos, situado al lado del Parque Sucre. Allí funciona, además del museo, el Ateneo de Lagunillas y una Biblioteca Pública. En la sala histórica - antropológica, se encuentran los restos humanos de las excavaciones en el sector Llano Seco, en donde yace un antiguo cementerio indígena. Aquí también se pueden observar diversos utensilios, como vasijas, hachas, collares, etc. que nos hablan de una civilización muy antigua. Al lado del museo hay una plaza sombreada de samanes de anchas copas y como todas las plazas de Lagunillas, destaco su excelente aseo y ornato.
Y qué decir de San Juan de Lagunillas, con solo seguir la Transandina que sale desde Lagunillas hacia Ejido, a menos de cinco kilómetros, aparece la vía que nos conduce al poblado, en un trayecto de unos 3 Km. Seguimos esta vía que atraviesa campos de caña, algunos trapiches y pequeñas fincas familiares donde se cultiva patilla, hortalizas, fique y sábila.
Al llegar a San Juan, lo primero que uno siente es un gusto por el clima y la cordialidad de sus habitantes.
Desde tiempos coloniales hasta hace un cuarto de siglo, este pueblo tenía mayor actividad, pues era un paso obligado para todos los viajeros que, viniendo del Táchira y Tovar, siguiendo la vía Transandina, se dirigían hacia Mérida.
Hay también una carretera muy poco transitada que comunica a San Juan con la población de Jají. Esta vía sigue esencialmente el mismo trazado de un antiguo camino de acceso al Lago de Maracaibo, construido por los primeros pobladores del valle del Chama. A través de esta ruta centenaria circulaban las recuas de mulas que transportaban el cacao, tabaco, chimó, panelas, etc, hacia el puerto lacustre de Gibraltar, trayendo de regreso sal, vinos y algunos productos manufacturados que venían del exterior, estableciéndose un tráfico muy intenso durante todo el período colonial hasta principios del siglo veinte. Esta carretera está muy bien asfaltada y se inicia dos cuadras abajo de la iglesia. A los pocos kilómetros de recorrido, llegamos al sector llamado Mocollón, en la falda de la montaña, desde donde se aprecia una vista hermosa de la meseta, con las poblaciones de San Juan y Lagunillas en primer plano y más allá el valle del Chama.
San Juan cuenta, a diferencia de otros pueblos igual de pequeños, de una amplia variedad de posadas y estancias para disfrute de aquellos turistas amantes de los climas secos y la vegetación xerófila.
La economía del pueblo depende en gran medida del cultivo y procesamiento de la caña. Cerca de San Juan, existen alrededor de 14 trapiches en donde se producen las famosas panelas o papelón. Otro producto muy popular en este pueblo es el chimó. Este vicio, heredado de los primeros pobladores del Chama, consiste en una pasta negra, como un chicle, que al introducirse en la boca se masca como el tabaco y produce una sensación muy fuerte de ebriedad. El chimó se fabrica con una sustancia salitrosa, proveniente del urao, un mineral que se encuentra en la laguna del mismo nombre en Lagunillas, mezclado con el zumo de las hojas del tabaco, harina de trigo, agua y melaza. En San Juan existen varias fábricas del chimó que surten a Mérida y otros estados.
En San Juan hay un jardín botánico de la Universidad de Los Andes, con una gran variedad de especies vegetales de la zona, ubicado a la entrada del pueblo. También podemos encontrar pequeñas granjas donde se practican los cultivos hidropónicos de pepino, tomate y otras especies. El clima muy seco favorece este tipo de cultivos.
Entre San Juan y Lagunillas, por la carretera vieja, encontramos paisajes xerófilos con enormes cactus de brazos erizados de espinas, los enmarañados cujíes floreados de amarillo, las tunas y las mimosas. Hay un vivero en plena vía, donde se pueden comprar cactus de todas las formas caprichosas que uno pueda imaginarse, y son tan tentadores, que puedo decir que a San Cristóbal he traido una parte de San Juan.

El Coloso de Lagunillas
Vista lateral del Coloso
Vista de Lagunillas y su imponente Laguna de Urao
Las cumbres vistas desde la laguna
Llegando a Lagunillas, rodeada siempre por los Apamates
Este puente es uno de los tramos que conducen de La Trampa a Lagunillas

Instalaciones del parque Yohama y la laguna de Urao
La laguna ejerce un magnetismo y es tan rica en parajes, que a uno solo le provoca tirar fotos
Las aves que hay en la laguna son los famosos azulitos, reto al que les logre fotografiar
Una parte de Urao rodeada, como no, por los apamates
Desde el muelle del parque Yohama
Aunque no lo crean, esta imagen parece de algún país europeo y está en Venezuela
Parque Natural Yohama, 100% recomendable
El atardecer en la laguna
Lagunillas recibiendo la noche

Una mañana típica en Lagunillas
Envidiable, estos son los sitios que uno pocas veces ve, pero existen
Rumbo a San Juan de Lagunillas
A lo lejos, Lagunillas
La meseta en plena carretera hacia San Juan
Para los que les gusta la naturaleza, estas garzas tienen su bioma en las inmediaciones del Chama
Otro de los paisajes de la carretera
San Juan de Lagunillas, su plaza es sobresaliente

Recibiendo la noche antes de viajar a San Cristóbal