Marcando la frontera entre las selvas que rodean al pueblo de Camarones (Zulia) en las riberas del sur del Lago de Maracaibo, nos encontramos con el pueblo de Arapuey. Llegar a él, de por sí, es ya todo un hito. No existe señalización alguna que indique la existencia del pueblo, se deben tomar vías troncales a la Panamericana y, peor aún, muchas de estas vías están en pésimo estado producto de los deslaves y, en algunos tramos, incluso han sido devoradas por la vegetación.
El pueblo es húmedo y muy caliente a pesar de estar a unos 600 metros sobre el nivel del mar; este clima es difícil de tratar y requiere de un periodo de adaptación y más en nuestro caso que veníamos de afrontar páramos con la excepción de Palmarito. Aquí el sol no calienta... quema.
La actividad comercial de Arapuey es la ganadería, pero en escala muy pequeña; además cuenta con unos locales comerciales rurales. Eso sí, no descarto que en un futuro sea un centro agropecuario de importancia de mejorarse algunas condiciones como la vialidad y la correcta distribución de los recursos en la localidad; lo malo, en contraparte, es que estas pequeñas fincas han ido quitándole terrenos a la selva y les dedican al pastoreo causando daños irreversibles en este frágil ambiente. Aparte, también la comunidad se ve afectada por los posibles planes de explotación forestal lo que pondrían en un riesgo mucho mayor a este ecosistema en la parte más septentrional del estado Mérida.
De Arapuey seguimos por una carretera en muy buenas condiciones y que es de constante ascenso durante 30 Kms. y en dirección sureste. Aquí el trabajo es mínimo pues su vocación es practicamente la agricultura, más que todo la siembra de café y cambur. Tiene unas características que lo hacen resaltar sobre Arapuey y más que todo es el sentido de urbanidad de sus habitantes, destaco, Palmira tiene mucha influencia por la confluencia de distintas culturas venezolanas, aquí se ven cotumbres de los zulianos y de los trujillanos, de estos últimos son vecinos y tienen una gran comunión con los pueblos que bordean el pico El Águila como Piñango y Torondoy. Otro aspecto que diferencia a Palmira de Arapuey es que, en este último se ve un fuerte desplazamiento campesino hacia otros lugares más prósperos.
En la actualidad, Palmira tiende a marcar la pauta y a tomar muy en serio su responsabilidad como puerta de entrada al estado Mérida por el Norte. Sin duda que hoy fue un día de melancolía, nostalgia y desespero, no solo por el poco trabajo, sino por el ambiente y la total carencia de algún atractivo en estos pueblos.
Ante la imposibilidad de una conexión a Internet y la ausencia de una posada, nos vimos en la necesidad de regresar a Las Virtudes, un pequeño pueblo a orillas de carretera. Sólo aquí pudimos descansar.
Mañana regresamos a San Cristóbal para unirnos a nuestras familias y celebrar el Día del Padre no sin antes pasar por la ciudad de Mérida para entregar y procesar correctamente los datos recogidos hasta hoy.