Existen tres vías para ir hacia La Azulita. La que utilizamos fue la vía que parte desde Mérida, pasa por Jají y cae a La Azulita, desde arriba, en un trayecto de 77 kilómetros. La carretera se encuentra en este momento en pésimo estado por la gran cantidad de derrumbes y deslizamientos que han deteriorado la calzada; sin embargo, los paisajes que se observan en este trayecto son hermosos: verdes colinas donde se desarrolla una ganadería de altura, bosques de pinos laso y selvas nubladas.
En estos bosques habita el oso frontino, el cual es el único oso autóctono de la América del Sur. Se caracteriza por su pelaje negro, con manchas blancas en forma de anillos alrededor de los ojos, por lo cual se le llama también “oso de anteojos”. Este mamífero ha sido muy perseguido por el hombre, debido a su fama de agresor al ganado, lo cual es falso. Es bastante difícil encontrarse uno de ellos, pues viven escondidos entre el bosque y evitan la presencia humana.
Un poco más abajo de aquel paraíso de aves y árboles, se anima el paisaje al aparecer las suaves colinas tapizadas de quicuyo y las hermosas fincas, donde pasta al ganado Holstein, al lado de las casas y cabañas de estilo europeo. En sus patios vemos los cántaros de aluminio rebosantes de leche recién ordeñada. Seguimos andando entre potreros y ahora comienzan a verse los sembradíos de café. Se calienta un poco el aire y surgen las aldeas de La Osa y Mesa Alta, que anuncian la presencia del poblado.
La Azulita presenta muy pocas casas tradicionales de tapias y tejas, siendo la mayoría de las viviendas construcciones de bloque y cemento con techo raso de platabanda. En sus calles bulliciosas y atestadas de vehículos rústicos que bajan y suben, se alinean con muy poco orden los almacenes del café, al lado de las carnicerías, abastos y venta de todo tipo de mercaderías. Es un pueblo de vocación comercial que sirve de enlace entre la montaña y la tierra llana. Bajamos por una cuesta muy pendiente hacia la plaza, rodeada de ventas de comida y cervecerías muy ruidosas. La moderna plaza de cemento se complementa muy bien con la iglesia. Es difícil no dejarse embelesar por el encanto de su iglesia que atrae todas las miradas. Es un templo moderno, distinto a todas las iglesias de los Andes, por su arquitectura audaz de grandes volúmenes lisos, dentro del estilo neogótico y terminado de construir, según reza la placa, en 1967. Es una de las iglesias más altas de Venezuela. Está dedicada a la Virgen de la Inmaculada, cuya imagen monumental, de 9 metros de altura, se eleva delante de la fachada. Destacan sus dos torres rectangulares bastante altas, con un reloj en la parte superior. Su interior iluminado por la luz multicolor que se filtra por los vitrales respira paz infinita y recogimiento.
Por cierto, y saliéndome del tema, qué bueno que por fin se halla iniciado la Copa del Mundo, por ahora pobre en goles, pero muy seguramente llegarán... Envidio a los que han visto los juegos por TV porque a mi me toca disfrutarlos por la radio y no es lo mismo...
Saliendo de Jají
Puente de hierro sobre el río Capaz
Un tramo de la vía. ¿Quién no envidia estos bosques?
Detalle del río Capaz en el parque natural Aguas Calientes
La Azulita
Bolívar y la Vírgen en la iglesia
La iglesia vista lateralmente
María La Grande
Esculturas en el frente de una casa en el barrio La Mina
Este es el inicio de una secuencia de imágenes de la cascada La Palmita. 5:30 PM
La Palmita. 6:20 PM
Luego de cenar. La Palmita. 7 PM
Puente de hierro sobre el río Capaz
Un tramo de la vía. ¿Quién no envidia estos bosques?
Detalle del río Capaz en el parque natural Aguas Calientes
La Azulita
Bolívar y la Vírgen en la iglesia
La iglesia vista lateralmente
María La Grande
Esculturas en el frente de una casa en el barrio La Mina
Este es el inicio de una secuencia de imágenes de la cascada La Palmita. 5:30 PM
La Palmita. 6:20 PM
Luego de cenar. La Palmita. 7 PM