Cuanto tiempo sin hacer memoria de mis pasos. Nuevamente reviso mi blog y
me doy cuenta de los abandonado que estuvo mi proyecto personal durante
este tiempo; sin embargo, no por pretender que esto sea una excusa, he
tenido otras prioridades mucho más importantes que dedicarle tiempo a
conocer mi país.
El ritmo de vida que tuve durante tanto tiempo fue cambiado sustancialmente con la llegada a mi vida de tres personas que hoy en día mueven mi accionar, se trata de mi esposa y mis dos hijas.
Cada minuto de mi vida, pese a la inmensidad de sacrificios que no quiero ni debo detallar, ha valido la pena. Sin dudas que al principio todo fue muy duro para mi, fue un gran cambio para una persona que, como yo, no había jamás pensado en otra cosa más que en mi mismo; sin embargo, ver cada día el rostro de mi esposa (Adriana) al amanecer, siendo esta la primera imagen de cada uno de mis días desde entonces; los abrazos de mi Betania, mi hija menor, cuando en veloz carrera busca ser ella la primera en saludarme al llegar a casa, y los secretos eternos que me comenta mi Diana, todo eso tiene un valor mil millones de veces más elevado a todo lo que viví.
Esta felicidad no debe trastocarse por el hecho de reiniciar mis faenas laborales y esta vez me tocó empezar en el pueblo de Laguna de García, en el municipio Uribante de mi estado Táchira.
El clima gélido de por estos días contrasta fuertemente con el calor sofocante de la ciudad de San Cristóbal. No me asombra ver que este lugar aún conserva el verde paradisíaco de las zonas desconocidas y poco maltratadas por el hombre. A lado y lado de la vía pueden apreciarse coníferas locales y abundancia de helechos y orquídeas y poco a poco, al ir ascendiendo en el camino, es posible darse cuenta la diversidad no solo de la vegetación sino de la fauna silverstre que convive en plena armonía con los animales de labranza y cría doméstica.
Las personas de Laguna de García, en común denominador con el campo tachirense, se dedican a la agricultura y a la cría incipiente de ganado vacuno; en el caso del municipio Uribante, se destaca por la producción de lacteos.
La carretera es bastante tortuosa desde San José de Bolívar hasta aquí; sin embargo, son los parajes lo que hacen valiosa la experiencia. Cuando empiezan a escucharse el ruído del agua en su descenso hacia el pueblo, aparece en el horizonte una laguna pequeña, de aguas glaciares, protegida por unas cinco familias; a esta laguna se debe el nombre de la localidad. Es de notarse que los cuidadores de la laguna nada tienen que ver con la población como tal; estas familias quisieron ser, en tiempos inmemoriales, los encargados de la preservación de este bello cuerpo de agua dulce rico en truchas.
Laguna de García viene a ser un pueblito de agricultores con fuerte influencia religiosa. Son muchos los congresos y retiros espirituales que se hacen en esta zona por la misma lejanía. Su crecimiento ha sido lento, pero continuo y seguro, de modo que poco a poco han ido consolidando la aparición de servicios públicos con los que antes no se contaba, tal es el caso de la reciente red de telefonía pública, la cual no tiene más de tres meses de inaugurada.
Es poco lo que se puede hablar del pueblo, pero sin dudas, vale la pena la venida hasta aquí.
El ritmo de vida que tuve durante tanto tiempo fue cambiado sustancialmente con la llegada a mi vida de tres personas que hoy en día mueven mi accionar, se trata de mi esposa y mis dos hijas.
Cada minuto de mi vida, pese a la inmensidad de sacrificios que no quiero ni debo detallar, ha valido la pena. Sin dudas que al principio todo fue muy duro para mi, fue un gran cambio para una persona que, como yo, no había jamás pensado en otra cosa más que en mi mismo; sin embargo, ver cada día el rostro de mi esposa (Adriana) al amanecer, siendo esta la primera imagen de cada uno de mis días desde entonces; los abrazos de mi Betania, mi hija menor, cuando en veloz carrera busca ser ella la primera en saludarme al llegar a casa, y los secretos eternos que me comenta mi Diana, todo eso tiene un valor mil millones de veces más elevado a todo lo que viví.
Esta felicidad no debe trastocarse por el hecho de reiniciar mis faenas laborales y esta vez me tocó empezar en el pueblo de Laguna de García, en el municipio Uribante de mi estado Táchira.
El clima gélido de por estos días contrasta fuertemente con el calor sofocante de la ciudad de San Cristóbal. No me asombra ver que este lugar aún conserva el verde paradisíaco de las zonas desconocidas y poco maltratadas por el hombre. A lado y lado de la vía pueden apreciarse coníferas locales y abundancia de helechos y orquídeas y poco a poco, al ir ascendiendo en el camino, es posible darse cuenta la diversidad no solo de la vegetación sino de la fauna silverstre que convive en plena armonía con los animales de labranza y cría doméstica.
Las personas de Laguna de García, en común denominador con el campo tachirense, se dedican a la agricultura y a la cría incipiente de ganado vacuno; en el caso del municipio Uribante, se destaca por la producción de lacteos.
La carretera es bastante tortuosa desde San José de Bolívar hasta aquí; sin embargo, son los parajes lo que hacen valiosa la experiencia. Cuando empiezan a escucharse el ruído del agua en su descenso hacia el pueblo, aparece en el horizonte una laguna pequeña, de aguas glaciares, protegida por unas cinco familias; a esta laguna se debe el nombre de la localidad. Es de notarse que los cuidadores de la laguna nada tienen que ver con la población como tal; estas familias quisieron ser, en tiempos inmemoriales, los encargados de la preservación de este bello cuerpo de agua dulce rico en truchas.
Laguna de García viene a ser un pueblito de agricultores con fuerte influencia religiosa. Son muchos los congresos y retiros espirituales que se hacen en esta zona por la misma lejanía. Su crecimiento ha sido lento, pero continuo y seguro, de modo que poco a poco han ido consolidando la aparición de servicios públicos con los que antes no se contaba, tal es el caso de la reciente red de telefonía pública, la cual no tiene más de tres meses de inaugurada.
Es poco lo que se puede hablar del pueblo, pero sin dudas, vale la pena la venida hasta aquí.
Ovejas en Mesa de Guerrero
Capilla de la aldea Las Coloradas
Río San Antonio kilómetros antes de llegar a Laguna de García
Laguna de García desde las alturas de la carretera
Laguna de García
Laguna de García, fácilmente se pueden apreciar la iglesia, la escuela y las pocas casas que conforman la localidad
Iglesia de Laguna de García
Gélida eternamente, esta laguna es rica en truchas que abastecen los mercados uribantinos