Finalmente hoy concluí con mi recorrido por el estado Táchira. Fueron muchos los recuerdos y detalles que se guardan cada vez que se concluye un proyecto como el que emprendí hace varios meses en mi estado natal y que finalmente hoy, pese a tantas vicisitudes y compromisos, pude concluir.
Concluyo también en que el Táchira cuenta con mucho potencial pero escasa inversión para el desarrollo industrial, comercial, turístico y social.
Hay localidades del estado que permanecen en el ostracismo y lucen confinadas en una paz silente que invita a propios y extraños a convivir en plena armonía, pero esas condiciones resultan ser fantasiosas cuando nos damos cuenta que el desempleo y la escasez de recursos económicos que se inyecten para la promoción de nuevas actividades es una constante en el Táchira rural, por así decirlo.
También existe en mi estado gran cantidad de pueblos y ciudades que pese a ser capitales municipales, dependen de otra ciudad mayor, de modo que se forman núcleos urbanos satélites a estas urbes, congestionando del mismo modo los servicios.
Por contraparte, el Táchira goza de una excelente ubicación que, por lo menos en algunos casos, sobre todo en frontera, atraen a la inversión extranjera, en este caso colombiana.
El tachirense se caracteriza por ser una persona cordial, pero regionalista, trabajador y éticamente honesto.
Las ciudades de este estado gozan de todos los servicios y en el caso de San Cristóbal, podría considerarse tan a la altura de eficiencia como en otras urbes del país.
En todos los municipios la vialidad es un caos a resolverse. Se hace dificilísimo viajar de noche en carreteras donde no existe iluminación y la señalización se dejó para otra ocasión, por citarse un caso, la carretera La Fría - Las Mesas.
Turísticamente hay mucho por conocer y a menudo pasa desapercibido por la falta de promoción. El Táchira no es solo páramos, se cuenta con balnearios importantes, con instalaciones de aguas azufradas, con hoteles de calidad y con pueblos donde las artesanías rememoran esos tiempos que ya están lejísimos de esta nueva generación.
He tenido la suerte de conocer varios estados del país y aseguro que si bien mi estado natal no es el mejor, goza con la tranquilidad y la paz de que la gente aún es sana y poco violenta en contraste con otros estados. Se puede vivir cómodamente aquí sin la necesidad de tener grandes capitales, pero debo reconocer que el afortunado que tiene un trabajo lo debe cuidar y el que está en la búsqueda de alguno, debe ser bastante creativo para producir.
Me tomaré el día de mañana para descansar y pasarla en familia, probablemente la noche la dedique a regresar al estado Falcón, todo depende de los recursos que me asignen en mi trabajo. Será hasta una próxima ocasión...