miércoles, 9 de febrero de 2011

Altagracia, Lara

Como cosa rara aquí en Venezuela, gran parte de los proyectos se deben suspender para concluirse algún día, cuando nuevamente exista la disposición y la voluntad de ejecutarlos. Para mi no fue la excepción.
Esta mañana me disponía a regresar a la ciudad de Barquisimeto para ser atendido por algunos funcionarios del gobierno regional y concretar las citas con algunos directores de instituciones que conforman la sección autónoma e independiente del estado Lara, iba en plena carretera cuando fui notificado que ante la inminente interpelación al señor Henry Falcón, gobernador del estado, en la Asamblea Nacional, todas las audiencias de él y de sus instituciones estaban suspendidas hasta nuevo aviso dado que se avocaron a preparar el material con el que trabajarán en Caracas. Dicho de otro modo, tengo que llevar mi trabajo adelante y sin la supervisión de entidad alguna en el estado.
Sin embargo hoy, como para justificar mi viaje desde San Cristóbal hasta aquí, decidí quedarme hasta el próximo domingo y luego sí regresar a la capital del Táchira.
Como ya había recorrido uno diez kilómetros cuando recibí la infausta noticia, sencillamente decidí virar en uno de los tantos caminos que se abren en la carretera y que indicaban que en la dirección que tomé, se encontraban las instalaciones de las industrias Promar, reconocidas por la calidad de sus productos agrícolas, sobre todo en el área de los frutales.
los primeros kilómetros fueron de un total desconcierto ya que desconocía hacia dónde me dirigía, además de no divisar ningún tipo de cultivo, únicamente prevalecían los matorrales y la vegetación seca. Fue en ese momento cuando divisé un enorme y frondoso árbol de mango y a sus pies un refrescante pozo; unos metros más adelante se encuentra un pequeño letrero que anticipa la llegada a Altagracia. Kilómetros más adelante están los cultivos de Promar. Es la primera vez que veía un viñedo y aunque las vides no estaban en cosecha, se que el producto final es de altísima calidad.
El pueblo de Altagracia es sencillo y sería totalmente desconocido de no haberse asentado en estas tierras la mencionada industria. Cuenta con un número significativo de casas coloniales que están a punto de derrumbarse dado el poquísimo incentivo en la conservación, no solo de los sectores públicos y privados, sino de la misma comunidad.
Lo destacable es la iglesia, de ella sí puedo decir que está a otro nivel; sobre todo porque da un realce a las cuadras que la circundan y abre las puertas a la esperanza de que aunque sean pocos, sí existen altagracianos que se niegan a dejar morir al pueblo.

 El mango de la bienvenida
 Panorámica de la central de viñedos Promar
 Veredas del sector, como se ve, el calor es constante en estas tierras
 Capilla del cementario municipal
 Aquí yacen los altagracianos al final de sus días
 Iglesia de Altagracia
La iglesia y el pueblo al caer la tarde