Bitácora y Memorias // Blog et Mémoires: Bum-Bum y Curbatí, Barinas

A escasos kilómetros de Socopó, siguiendo una desviación en la carretera nacional N° 5, nos encontramos con el pequeño pueblo de Bum-Bum.
Siendo poco más que un caserío, Bum-Bum es un rinconcito de Barinas con fuertes vestigios de las antiguas raíces indígenas que dejaron su huella y testimonio en la cantidad de petroglifos que cuidan celosamente sus habitantes.
Por segunda vez veo estos vestigios desde que estoy en Barinas y en un área relativamente corta, algo que me hace suponer que estas tierras fueron densamente pobladas por los primeros nacionales y la verdad, la selva del Ticoporo tuvo que ser un territorio más que idóneo para la subsistencia, posee abundancia de ríos, es mínima la separación que existe entre el piedemonte andino y las llanuras y el clima es más que favorable para la siembra de cualquier tipo de cultivo.
En la actualidad, Bum-Bum es tierra ganadera y bastión primario en la conservación de la reserva forestal del Ticoporo. Aunque el pueblo es pequeño, la vialidad y los servicios públicos son buenos. La gente se destaca por su laboriosidad y su total entrega a la vida del campo.
Desde Bum-Bum seguimos más hacia el noreste barinés a través de caminos de segunda categoría a lo largo de todo el piedemonte andino hasta que llegamos al río Acequias, que nace en el cerro Acequias de la Cordillera Andina de Mérida y que tuvimos la oportunidad de conocer hace más o menos un mes. Este río es uno de los tantos que es muy utilizado para el disfrute familiar y de sosiego. Para nosotros fue el lugar ideal para descansar, almorzar y refrescarnos del calor.
Curiosamente supimos por algunos pobladores que en estos predios se practicaba el rafting y que las instalaciones eran propiedad del sr. Carlos von Schottler a quien tuvimos el gusto de conocer e infructuosamente nos ofreció la posibilidad de practicar el deporte, en nuestro caso, para que nos iniciaramos. Aunque la idea era muy buena, no fue posible porque el tiempo nos apremia y aquí en Barinas no todas las personas colaboran con nosotros para el censo ganadero, no existe la misma disposición de la gente de Mérida. La razón, meramente política... La gente le teme a las políticas de expropiación y nacionalización que impulsa el gobierno nacional y a ello se debe el recelo hacia nosotros ya que, por el mero hecho de inquirir sobre el número de reses, ya creen que les vamos a quitar las pertenencias.
Otra de las razones es que Barinas es un estado netamente agrícola y escasamente depende del turismo, entonces, tampoco la gente tiene el tiempo para contestar y atendernos.
Hasta aquí, también debo destacar que la producción se hace bien, en el sentido que de todos modos se produce y no hay un desabastecimiento en cuanto a ganado o algún rubro agrícola en el territorio venezolano, pero me causa curiosidad la total indiferencia que los productores tienen hacia las más mínimas tareas administrativas, por citar algo, desconocen lo que es un inventario.
Luego del descanso seguimos hasta encontrar de nuevo la Troncal 5 y seguimos derecho obviando la capital municipal para de nuevo llegar una ramal que nos condujo hasta el pueblo de Curbatí.
Aquí fue más de lo mismo, monotonía y prejuicio hacia nuestro trabajo por parte de sus habitantes. Pudimos recoger algunos datos, pero sinceramente, nos quedamos cortos.
Lo destacable del día fue el reencuentro que tuve con un viejo amigo, Ireno José Rojas, en la localidad de Bum-Bum, quien como gesto que lo caracteriza, se destacó como anfitrión, guía y a la vez, fue nuestra carta de aval ante la poca gente que nos colaboró.
Quiera Dios que el día de maña sea mejor y que la disposición de la gente cambie para presentar un trabajo óptimo y verídico.