La capital del municipio Libertador, en el estado Táchira, es una de las localidades más distantes de San Cristóbal y consecuentemente, es de las que menos influencia andina tiene ya que es mayor la comunión de sus habitantes con los estados Apure y Barinas que con el Táchira.
Abejales es un pueblo pequeño pero muy organizado, en el que sobresale la producción ganadera; es poco conocido a pesar de que se acerca al siglo de fundación, ello como consecuencia directa del mismo aislamiento con respecto a ciudades más populosas. Su principal vía de acceso es la Troncal 5 y pese a que está en medio de una de las carreteras más transitadas del país, el servicio de transporte urbano es pésimo. Fue poco lo que me quedé en Abejales ya que el pueblo apenas permite la permanencia; no hay puntos relevantes que ameriten hacer mayores comentarios con respecto al lugar.
Regresando de Abejales hacia San Cristóbal, me detuve en Puerto Nuevo, pequeño caserío en la caliente entrada a los Llanos venezolanos donde aproveché a abastecerme y a preparar la conclusión de mi viaje por las tierras tachirenses; claro, acepto que gran parte de esta travesía se vio alterada por el sinnúmero de cosas nuevas en mi vida, más buenas que malas eso sí, por ello no me arrepiento porque si le hice un alto a mi profesión por darme un espacio para vivir mi vida, valió la pena.
Puerto Nuevo no es más que una localidad de tránsito en plena Troncal 5 o carretera de los Llanos, donde la vida de sus habitantes transcurre entre el trabajo duro de la cría de ganado y la siembra de rubros de consumo local y propio. El calor es agobiante por estos días en el Táchira, tanto así que aquí la temperatura estuvo rondando los 35º a las 10 de la mañana.
Luego de un desayuno a base de pasteles de pollo y malta, seguí por la misma carretera nacional hasta que, kilómetros más adelante, divisé la localidad de La Pedrera, pueblo organizado como tal y del que se dice, es la entrada al Táchira.
El flujo vehicular en esta zona es constante y altamente custodiado por efectivos del Ejército y de la Guardia Nacional, lo que hace de La Pedrera uno de los sitios más seguros del estado.
Al igual que en Puerto Nuevo, los habitantes de La Pedrera se dedican también al agro, con la diferencia que hay mayor flujo comercial ya que la zona aquí funciona una de las paradas de transporte interestatales de mayor afluencia de personas.
Realmente, aquí no existe nada trascendental y se visita apenas de paso. Se de la existencia de algunos caseríos remotos en medio de la espesura de esta puerta a los llanos, pero sinceramente es abrumador no divisar nada en extensiones y extensiones de terreno y por unas vías rurales tan deprimentes por su mal estado.
Pasaré la noche aquí porque, pese a que hoy mismo podría llegar a San Cristóbal y terminar de una vez con mi viaje por el Táchira, se que quedan algunas localidades de la zona sur del estado que valen la pena darse a conocer.
Aquí les dejo las tomas más significativas del viaje.
Iglesia municipal de Libertador
Casa típica del piedemonte andino
Una de las calles de Abejales
Mural patriótico del pueblo
Entrando a Puerto Nuevo
Capilla de Puerto Nuevo
Riberas de uno de los tantos riachuelos que cruzan Puerto Nuevo
Puerto Nuevo al atardecer