Tovar, también conocida como la Sultana del Mocotíes por su relación tan íntima con el río del mismo nombre, que la baña con sus aguas siempre cantarinas. Rodeada de por la naturaleza y en medio de montañas y valles secundarios de gran atractivo, Tovar es lugar de origen de hermosas mujeres, campesinos laboriosos, escritores y artistas de mucha imaginación. Se encuentra atravesada por la carretera Transandina, a 75 kilómetros al suroeste de Mérida.
Tovar es capital del municipio del mismo nombre. Su gente está siempre dedicada a la agricultura. La ciudad de Tovar, con 40.480 habitantes, es la cuarta ciudad del estado.
Para ir a Tovar desde Bailadores, se toma la vía transandina con destino a El Vigía y luego al llegar a la entrada de la autopista Rafael Caldera, después de cruzar el puente Chama 5, llegamos a la alcabala de La Victoria doblamos hacia la izquierda siguiendo una ruta un poco estrecha que se remonta por la margen izquierda del Mocotíes. Es una travesía de rectas y curvas a lo largo de la cual se observan fincas con potreros y sembradíos de cítricos. Continuando en la misma dirección, se pasa por la aldea de Villa Socorro, y después por la aldea de El Peñón, famosa por sus varias talabarterías en donde se exhiben sillas de montar de muy buen cuero, aperos y tupidas enjalmas. Aquí vale la pena detenerse para saborear el delicioso pan Tovareño. Después de 15 kilómetros de recorrido llegamos a Tovar.
A la entrada de la población hay una bifurcación: Si tomamos la vía de la derecha, entraremos a la parte vieja del pueblo. La otra vía más ancha nos llevará directamente hacia la parte nueva, a los pies de la Galera, en donde se encuentran el Gimnasio y el Mercado.
Al conducir hay que tener mucho cuidado en las esquinas, pues, las calles empinadas que suben del lado izquierdo, tienen prioridad en el paso. Tovar es un pueblo de montaña, de típico sabor andino, que a pesar de haber sufrido los embates de un mal planeamiento arquitectónico, aún conserva algunas casonas señoriales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, que bien vale la pena conocer. Casas de dos pisos, con varias puertas y balcones, que evocan el pasado de bonanza cafetera. Algunas, como la Casa Musche que pertenecía a la familia Burguera, data de 1876 y está ubicada en la carrera 5ta con calle 7ma. Sus amplios corredores y patios internos, son muy acogedores.
La gente tovareña es alegre, abierta y locuaz, como corresponde a una urbe bulliciosa que fue un importante centro comercial en el pasado. En el mercado, durante los días sábado y domingo, convergen los campesinos de Guaraque, San Francisco, El Amparo y otras aldeas que traen sus productos frescos para ser vendidos. Son los frutos que se cultivan en los alrededores, como café, cacao, caña, hortalizas, cambures, fresas, moras, etc.
Por sus calles que suben y bajan, adaptándose a la topografía irregular de la ciudad, caminamos hacia la Plaza Bolívar, bastante sombreada por los árboles frondosos que crecen en sus jardines, que nos refrescan con su verdor. Es una plaza única en su estilo algo moderno por estar conformada por terrazas de distintos niveles. En una pared al fondo de una tarima se destaca una escultura en relieve con motivos indígenas del artista Arvelo Cedrón. En un sótano, debajo de la plaza, funciona una biblioteca pública.
La iglesia de Nuestra Señora de Regla, patrona de Tovar, se encuentra en el lado Oeste de la Plaza Bolívar.
Uno de los sitios más representativos de Tovar es, sin duda alguna, el cerro de La Galera, el cual ha sido declarado monumento natural. Es una meseta de forma extraña, situada en la parte Sur de la ciudad, separada de la Loma de la Virgen por el Mocotíes. La parte superior es completamente plana, similar a un Tepui de la Gran Sabana. En uno de sus vértices se levanta una estatua del Cristo Rey con los brazos abiertos y mirando hacia la ciudad que se extiende a sus pies.
El nombre de la Galera proviene de su forma de barco. Sobre el origen de esta formación montañosa se han tejido varias leyendas por los antiguos pobladores, algunas de carácter mágico religioso. Geológicamente, se formó por lo acción de los ríos Negro, Los Pinos y el Carrizal que arrastraron gran cantidad de material y al sedimentarse formaron una amplia meseta, pegada a la cordillera.
Hacia la parte alta de Tovar, en el sector El Llano, nos encontraremos la Plaza de Toros o Coliseo de Tovar. Es la única plaza de toros cubierta que existe en Venezuela. La razón para violar las normas, es que en Tovar casi siempre llueve torrencialmente durante los festejos de la Virgen de Regla en el mes de septiembre. Es un coso bastante moderno y revolucionario en su estilo, con un techo de estructura colgante, rematado en láminas de colores que filtran la luz natural, dándole un colorido artificial al ruedo. En este ruedo tovareño se realizan por todo lo alto dos corridas de casta durante el mes de Septiembre, cuando se celebran las fiestas y ferias de Tovar. En las 4 torres que rodean el coliseo se encuentran algunos espacios dedicados a la cultura como galerías de arte, salones para la danza, música y otras actividades. Tovar ha sido un pueblo de acendrada tradición taurina.
Tovar está encerrado entre montañas. Entrando al pueblo, a mano derecha, tenemos a la Loma de la Virgen: una montaña indefectiblemente verde, que forma parte de la cordillera sur oriental, que corre en sentido longitudinal al valle y lo separa de los pueblos del sur. En sus estribaciones se asientan aldeas y comunidades campesinas, diseminadas entre pequeños bosques y quebradas, las cuales nos hacen recordar un pesebre navideño. Hacia las cabeceras de la ciudad, se observa una serranía de color violeta profundo, con un turbante de nubes en sus cimas muy lejanas. Son las montañas que sirven de límites entre el Estado Táchira y Mérida, donde se encuentra el Parque Nacional “Juan Pablo Peñalosa”. Hacia el noroeste tenemos las suaves ondulaciones del cerro los Limones que trepan hacia la Cordillera de Tovar. Allí se encuentran algunas aldeas diseminadas a la sombra del Páramo de Mariño, con alturas de 2800 metros. Una región montañosa de gran belleza, sin duda alguna, por sus lagunas de ensueño y verdes laderas cultivadas de café, cambur, apio y otros rubros.
Tovar es una ciudad relativamente joven. El lugar que ocupa la población era conocido con el nombre de Muconoc.
En el mes de Septiembre se celebran las ferias de Tovar, que se inician con la Vuelta a Tovar en bicicleta, donde compiten los mejores ciclistas de todo el país. Durante las festividades de Nuestra Señora de Regla se pueden disfrutar las tradicionales carreras de carruchas, un deporte apasionante que reúne muchos aficionados en el valle del Mocotíes. Estos carritos de madera de fabricación casera, construidas por los mismo competidores, inician su recorrido por la parte de arriba de Bailadores y descienden por la Transandina hasta la Plaza Bolívar de Tovar alcanzando velocidades hasta de 90 Km./h. También se realiza la carrera de burros: un espectáculo muy gracioso y único en Venezuela. Los equinos con sus respectivos jinetes parten desde el sector de Sabaneta y atraviesan el poblado en medio de las risas, bromas y gritos de la muchedumbre que disfruta de esta singular carrera. Entre las coces y los rebuznos que se alargan hasta los cerros y la algarabía de la apretada multitud, van avanzando los borricos sudorosos hasta llegar a la Plaza Bolívar. Allí se premia al ganador con merecidos aplausos.
Tovar es un centro cultural de gran importancia dentro del estado Mérida. En la extensión cultural de la Universidad de los Andes, que tiene su sede al lado de la iglesia se forman pintores, grabadores y ceramistas. También cada dos años y en el mes de diciembre se celebra el Festival del Violín de Los Andes, el cual es un encuentro entre violinistas de la música clásica y popular. Cientos de violinistas de todas las regiones de occidente del país acuden a esta cita en los ambientes de la Plaza Bolívar, para ofrecer su música al aire libre. Orquestas de cámara junto a pequeños conjuntos campesinos comparten su música en un festival de 3 días, único en el país por sus características especiales, donde se funden las tradiciones populares de los músicos provenientes de remotas aldeas con la música clásica.