Coincidiendo con el cese de las actividades escolares de mis dos hijas mayores otra vez regresé al estado Yaracuy, esta vez al pueblo de San Pablo.
Como les había dicho en alguna ocasión, Yaracuy es un estado poco conocido incluso para los propios venezolanos. Se conoce más que todo por sus fuertes vínculos con la santería venezolana, sin embargo, este estado es mucho más que eso.
San Pablo, por lo menos, es una localidad rural en vías de desarrollo. Aquí podemos encontrar los servicios públicos en muy óptimas condiciones, esto sin duda es sinónimo de progreso. Cuenta con un Centro de Diagnóstico Integral con amplias instalaciones y con un amplísimo auditorio o Centro Cultural, como es aquí conocido.
La artesanía y los productos agropecuarios juegan un rol trascendental en la economía de San Pablo, es por ello que en esta localidad se pueden apreciar las más diversas muestras de la primera como expresión cultural.
De aquí me llamaron la atención dos cosas que pueden pasar desapercibidas para el turista, la primera de ellas, San Pablo carece de instituciones bancarias y por ello no existen cajeros automáticos para el retiro del efectivo. También llama la atención que la mayoría de las casas cuentan con su propio espacio para cultivar, siendo, a mi juicio y sin manejar datos, una entidad pionera en estas prácticas aquí en Venezuela.
El viaje a esta localidad fue el día 20 del pasado mes de julio; sin embargo, voy a tratar de llevarles hoy todos los pormenores de nuestro vaije hasta el día de hoy. Aquí les dejo algunas tomas del lugar.
Detalle de una finca ubicada en la entrada a San Pablo
Ceiba centenaria, patrimonio del municipio Arístides Garbiras, del cual es San Pablo su capital
Alcaldía del municipio Arístides Garbiras
Ateneo de San Pablo
Para unos, ambulatorio para otros, el CDI
Iglesia de San Pablo de Tarso
Plaza Bolívar e iglesia